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sábado, 22 de noviembre de 2014

Mandeo, un río vivo


Si no hay olas en O Pedrido, siempre puede uno elegir entre varias rutas.

Una de ellas es subir por el Mandeo y, si la marea ayuda, poco tardas en decidirte.





Tras pasar el puente de la carretera, el último que cruza al Mandeo, aún hay otro, más moderno y mayor, el de la autopista.

Las zonas más tranquilas del estero albergan diferentes tipos de aves, en este caso es un grupo de ánades (en gallego les llamamos "parrulos"). Hace tiempo apenas se veían, hoy en día parece que empiezan a recuperarse.



Otras aves, como los cisnes y los ánsares, no te dejan acercar tanto ... o, al menos, sé que se defienden violentamente si se sienten presionados. (Un buen teleobjetivo haría falta)


Antiguos barcos han sido abandonados y atestiguan el paso del tiempo.


Unos, menos que otros, claro está.

Hay botes de todo tipo, con proas de canoa ...

insumergibles y cuadriculados (feo de verdad) ...

y hasta eróticamente decorados.

Puentes variados y de todas las edades. Además de los dos anteriores tenemos:
El del tren,


un moderno puente peatonal de madera,

el antiguo puente (diría que de los romanos ya), por donde pasa la carretera nacional


y, finalmente, el típico puente de las carreteras secundarias, o terciarias incluso.

Al poco de tal puente, se alcanza el punto donde es imposible seguir subiendo, por rápidos del río.


Betanzos deja unas imágenes más que curiosas, empezando por este par de bueyes (o toros o vacas, según se interprete) tirando del carro. Estaban quietos como estatuas*, como posando a conciencia.

Más increíble fue ver que delante tenían un caballo ... ¿cómo diría? ... enfundado en un traje completo de plástico  :O
*No miento: Son estatuas de verdad  :)


La crisis del ladrillo también ha dejado su impronta en esta ciudad. ¡Válgame Dios!

Fuera del tramo urbano del Mandeo, la naturaleza viene a alegrarte la vista, incluso el oído ... y el olfato.




Más ánades, estos son de otro clan, más de bosque que de marisma, más valientes o acostumbrados al paso de humanos en objetos flotantes extraños para ellos. Ni uno tomó vuelo, se alejan parsimoniosamente, ojo avizor, pero ... con un par :)






A la vuelta puede uno contemplar el "Pazo de Mariñán" desde tal perspectiva.


El tramo tras comer. Acabé de subir el poco que me quedaba hasta la corriente, y vuelta al origen, el puerto de Miño. Igualmente la marea a favor. Hay horarios, pleamar a las 15:00, que permiten esto.

Todas las fotos.

2 comentarios:

  1. Bonita ruta, Iván. Este tipo de rutas nos dan posibilidad de disfrutar de distintos paisajes y casi siempre más variados que los que se ven desde el mar. A mi me encantan y cuando estuve por allí, hace poco, me quedé con las ganas de navegarlo.

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  2. Hola José Luis, a mi me encanta navegar los ríos también, por lo que tú dices y, además, porque no hay salitre :D
    Por eso ya caté el Ebro y hace años lo intenté con el Guadalquivir ... si encima vas cuesta abajo ... maravilloso.
    La pena es el papeleo y tanta burocracia si uno quiere ir de legal.
    Tengo pendiente el Miño, su desembocadura, pero como lo tengo aquí al lado, lo voy postergando.

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